El miedo a perder la salud es uno de los miedos más auténticos y antiguos del ser humano. A nadie le gusta enfermarse. Pero las actitudes varían frente a la enfermedad. Y hay actitudes que sencillamente nos llenan de admiración porque se convierten en regalos de vida: es el caso de mi amiga Nelliana Viloria, mi valiente amiga.
La conocí porque estamos juntas en el curso de Escritura Creativa que dicta la muy genial Milagros Socorro. Supe que estaba enferma porque una tarde se salió de clases porque no se sentía bien.
-Es que la quimioterapia me ha pegado muy fuerte –dijo antes de salir. Creo que hasta ese momento nadie sabía que tenía cáncer.
Y es que el curso para ella ha sido una maravilla, pues en su vida ordinaria ella es una persona que está enferma. En el curso, es alguien que se está preparando para ser una gran escritora. Y lo va a ser.
Hace poco tuve la oportunidad de salir con ella. El tráfico caraqueño nos permitió –por un solo día agradecí que hubiera tráfico- conocernos mejor y compartir experiencias. No tengo sino palabras de admiración para ella. ¡Y lo más increíble es que ella me mandó una nota dándome las gracias a mí!
Nelliana, mi amiga, mi valiente amiga, las gracias te las tengo que dar yo a ti. Por muchas razones. Te agradezco que me hayas escogido para oírte. Te agradezco que hayas pensado que yo puedo servirte de apoyo porque mi propia experiencia con la enfermedad de mi hija te puede ayudar. Te agradezco que hayas compartido conmigo tus experiencias porque encontrarme con tu aplomo, tu valor y tu dignidad ante tanta adversidad me ha enriquecido. Yo siento que hoy soy mejor ser humano por haberte conocido a ti.
Nelliana, mi amiga, mi valiente amiga, no tengas miedo. Sé que saldrás adelante. Estoy convencida de que te vas a curar y que este trance te hará más fuerte, más lúcida y más diáfana. Y sé que esa fortaleza, esa lucidez y esa diafanidad saldrán de tu pluma maravillosa como testimonio del triunfo del ser humano frente a la adversidad. Tienes muchas cosas que contar, mucha sabiduría que repartir, mucho ejemplo que dar.
Tengo en mi corazón tu imagen con tu hijita sentada en tus piernas. Guarda este artículo para que se lo enseñes cuando sea ella quien te siente en sus piernas. La vas a ver crecer y sentarás en tus piernas a sus hijos.
Nelliana, mi amiga, mi valiente amiga… gracias por tu valor, por tu entereza. Gracias por ser mi amiga.
¡Bello, Carolina! Dile a Nelliana que mis oraciones y mi energía están con y por ella.
ResponderBorrarQue Dios las bendiga a las dos,
María A. de Gámez
Hola carolina! Soy seguidora de tu columna, (muy interesantes, por cierto!) Y queria hacer referencia especialmente a la del dia de hoy, 2 de agosto de 2010. Es el mas grande acto de amor y admiración q haya visto en mucho tiempo... Q belleza de carta... Yo, completamente conmovida, no pude contenerme, buuuaaaaa!!!! De verdad, tu amiga debe sentirse en la gloria con esas hermosas palabras de aliento q transmitistes.. Seguramente ya ella debe estar sintiendo como sus células se estàn regenerando... El poder de la palabra acompañado del mas sincero y profundo amor es un tratamiento q nunca falla... Gracias por deleitarnos con todo lo q escribes! Este artículo en particular, me indican q eres un ser humano q tiene la mitad del cielo asegurado...!!!! Recibe mi sincera admiración y mis buenas vibras.. Con cariño y respeto me despido
ResponderBorrarAmiga, qué belleza. Siempre disfruto tus artículos, pero algunos me conmueven más. De vez en cuando leo a mis hijos aquel que escribiste hace unos años sobre la señora rusa que montó la posada en Morrocoy, ahora que cambiamos nuestras raíces por este “sentirnos gente”, que es tan importante. Un abrazo y gracias por estar siempre ahí,
ResponderBorrarmiucha
Carolina que bello este gesto de escribirle el artículo a tu amiga. Gracias por compartirlo. Un abrazo, Soraya
ResponderBorrarDoña Carolina, el saber que aún existen personas como usted y como su valiente – permítaseme repetir el adjetivo que tan convenientemente usó - amiga Nelliana no hace sino llenarme de esperanzas. En realidad, a fe mía que las buenas personas son mayoría; pues, resumiendo una frase expresada alguna vez por Facundo Cabral, “la explosión de un obús hace más ruido que millones de caricias...” Quisiera desde aquí y a despecho de no conocerla, hacerle llegar mis palabras de aliento y mis sinceros deseos de que salga bien librada del trance por el cual pasa en este momento. No hace falta conocerla para desearlo con todo mi corazón, pues siempre me han embargado el cariño y la admiración por aquellas personas que se enfrentan con decisión a la adversidad. Tengo un gran amigo que enfermó de cáncer y se dijo: “yo me lo produje y yo mismo puedo quitármelo.” Y eventualmente la enfermedad remitió... Porque por experiencia ha aprendido que la mejor medicina es el buen ánimo... Un gran abrazo y mucha suerte para ambas.
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