lunes, 30 de agosto de 2010

Pobre... ¡ni de broma!

Estuve en Margarita la semana pasada y el ver abarrotados de gente desde los centros comerciales más lujosos hasta los comercios más sencillos, me hizo pensar en lo difícil que será poner en marcha un régimen comunista en este país.


Y es que los principales compradores eran los de camisas rojas, gorras rojas y... militares. Sin ningún disimulo, esos "comunistas" disfrutaban de las bondades del capitalismo. Ninguno de ellos, estoy segura, está de acuerdo con la premisa presidencial de que ser pobre es bueno.

Yo creo en la solidaridad entre los seres humanos. Pero también creo en la individualidad. No son excluyentes. Y creo que todos tenemos el derecho a querer estar mejor, a superarnos, a tener propiedades. Las sociedades más avanzadas del mundo son las que mantienen un respeto irrestricto por la propiedad privada.

El Gobierno ha expropiado las cementeras y las industrias básicas y ha sido incapaz de construir las viviendas que ha ofrecido. Además de la incapacidad demostrada de los funcionarios, buena parte de ese dinero se ha esfumado... y ha aparecido alegremente derrochada en Venezuela y en el exterior. ¿Dónde estará el contralor?

Hace poco fui a una misa en la que el sermón del cura fue uno de los más lúcidos, directos y mejor expresados de los que yo haya escuchado. Decía él que "los últimos serán los primeros", también se refería a que quienes creen que eternamente serán los primeros, terminarán siendo los últimos. La vida es una rueda.

Esta historia de propiedades colectivas y trabajos igualmente remunerados acabará en una explosión de enormes dimensiones. Porque nadie va a trabajar para poner su sueldo en una vaca para repartirla en partes iguales, como tampoco nadie se esforzará para aprender, si un barrendero ganará lo mismo que un neurocirujano. Empezando por los rojos rojitos que le han agarrado tanto gusto al dinero, al lujo, a las comodidades.

La evolución del ser humano se ha dado porque este ha querido mejorar, ir hacia arriba, alcanzar estratos superiores. Igualar hacia abajo es ir en contra de la naturaleza humana, y peor aún si la igualación se da en medio de un mar de corrupción y de mediocridad. Si usted piensa que ni de broma quiere ser pobre, no deje de votar por la Unidad el 26 de septiembre.