lunes, 5 de abril de 2010

Rómpeme, mátame

"Los venezolanos podemos dar fe de que el masoquismo de los pueblos sí existe"

RÓMPEME, MÁTAME PERO NO ME IGNORES, NOOOO, MI VIIIIDAAAA... PREFIERO QUE TÚ ME MATES, QUE MORIRME CADA DÍA"... Recuerdo como si fuera ayer la cara de mi papá cuando escuchó la letra de la canción con la que el grupo español Trigo Limpio ganó el tercer lugar del Festival Eurovisión en 1977, que yo coreaba a todo leco en el carro mientras íbamos al colegio.

"¿Pero qué es ese horror?", me dijo. "¡Esa canción es una aberración, un himno al masoquismo!".

La verdad es que yo no había reparado en la letra. Me dejé llevar por la música y por la hermosa voz de Amaya Zaizar. "RÓMPEME, MÁTAME... ". Mi papá cambió la estación del radio. "¿Cómo puede gustarte eso?", me preguntó.

El recuerdo me viene por el desagradabilísimo asunto del boxeador "Inca" Valero y su esposa. El viernes 26 de marzo EL UNIVERSAL reportó que Valero había sido apresado por haber golpeado violentamente a su esposa, quien permanecía hospitalizada en el Hospital Universitario de Los Andes, en Mérida. Aparentemente, en la golpiza le partió una costilla, la costilla le perforó el pulmón y le ocasionó un neumotórax. Pero lo increíble de la historia no es esto, que ya es bastante triste en sí mismo. Es que dos días después la muchacha desmintió que Valero la hubiera golpeado: "trascendió que el boxeador podría quedar en libertad nuevamente puesto que su esposa, Carolina Viera de Valero, se niega a declarar a en su contra y asegura que se cayó, de manera accidental, por unas escaleras".

"RÓMPEME, MÁTAME... ".

Hay cosas de las que no me quiero enterar. Como, por ejemplo, de que la madre de la joven mantiene su misma versión.

"RÓMPEME, MÁTAME... ".

Sea por dinero, por inseguridad, por machismo, por ignorancia... por la razón que sea: para mí es absolutamente inaceptable que una mujer permita y acepte que un hombre le caiga a golpes, a ella, a su hija, o a quien sea. Porque esas mujeres enferman las sociedades, las vuelven masoquistas. Por eso no extraña que cuando llega el sádico que rompe, que mata, que maltrata, que agrede, que insulta, que destruye, la sociedad le responda "RÓMPEME, MÁTAME, PERO NO ME IGNORES... ". Hay quienes piensan que no existe tal cosa como el masoquismo de los pueblos, pero desgraciadamente los tiempos que vivimos están demostrando que no es así.

"RÓMPEME, MÁTAME... ".

Lo malo de los muertos malos

Lo malo de los muertos malos
Craso error el mío el haber mostrado a mi mamá los primeros capítulos de mi primer (y hasta ahora único) embrión de novela. Yo sabía que en mi familia los muertos dejan de ser malos en el instante en que se mueren, pero nunca imaginé que mi mamá tan comedida, tan prudente, tan equilibrada, pudiera reaccionar de manera tan poco comedida, imprudente y desequilibrada.
“¿Este es mi Tío Ramón?”... me preguntó blandiendo el fajo de hojas. De haber sido toda la vida “Ramón” a secas, ahora pasaba a ser “mi Tío Ramón”.
“¡Mi Tío Ramón no empezó a tomar a los doce años!” protestó airada.
“Bueno , mamá, ¿qué más da que haya empezado a los doce o a los quince?... es mi licencia de novelista”.
“Además, mi Tío Ramón ya está muerto… todo eso quedó atrás…”
¡Ajá! La muerte. La muerte que limpia todo lo sucio, que esconde todo lo vergonzoso, que perdona todo lo malo.
“Mejor escribes sobre otra cosa, Carolina”.
Y así ha sido… desde ese día, no he vuelto a tocar la novela… me cayó lo malo de los muertos malos.