domingo, 1 de agosto de 2010

Amiga, valiente amiga

El miedo a perder la salud es uno de los miedos más auténticos y antiguos del ser humano. A nadie le gusta enfermarse. Pero las actitudes varían frente a la enfermedad. Y hay actitudes que sencillamente nos llenan de admiración porque se convierten en regalos de vida: es el caso de mi amiga Nelliana Viloria, mi valiente amiga.

La conocí porque estamos juntas en el curso de Escritura Creativa que dicta la muy genial Milagros Socorro. Supe que estaba enferma porque una tarde se salió de clases porque no se sentía bien.

-Es que la quimioterapia me ha pegado muy fuerte –dijo antes de salir. Creo que hasta ese momento nadie sabía que tenía cáncer.

Y es que el curso para ella ha sido una maravilla, pues en su vida ordinaria ella es una persona que está enferma. En el curso, es alguien que se está preparando para ser una gran escritora. Y lo va a ser.

Hace poco tuve la oportunidad de salir con ella. El tráfico caraqueño nos permitió –por un solo día agradecí que hubiera tráfico- conocernos mejor y compartir experiencias. No tengo sino palabras de admiración para ella. ¡Y lo más increíble es que ella me mandó una nota dándome las gracias a mí!

Nelliana, mi amiga, mi valiente amiga, las gracias te las tengo que dar yo a ti. Por muchas razones. Te agradezco que me hayas escogido para oírte. Te agradezco que hayas pensado que yo puedo servirte de apoyo porque mi propia experiencia con la enfermedad de mi hija te puede ayudar. Te agradezco que hayas compartido conmigo tus experiencias porque encontrarme con tu aplomo, tu valor y tu dignidad ante tanta adversidad me ha enriquecido. Yo siento que hoy soy mejor ser humano por haberte conocido a ti.

Nelliana, mi amiga, mi valiente amiga, no tengas miedo. Sé que saldrás adelante. Estoy convencida de que te vas a curar y que este trance te hará más fuerte, más lúcida y más diáfana. Y sé que esa fortaleza, esa lucidez y esa diafanidad saldrán de tu pluma maravillosa como testimonio del triunfo del ser humano frente a la adversidad. Tienes muchas cosas que contar, mucha sabiduría que repartir, mucho ejemplo que dar.

Tengo en mi corazón tu imagen con tu hijita sentada en tus piernas. Guarda este artículo para que se lo enseñes cuando sea ella quien te siente en sus piernas. La vas a ver crecer y sentarás en tus piernas a sus hijos.

Nelliana, mi amiga, mi valiente amiga… gracias por tu valor, por tu entereza. Gracias por ser mi amiga.