lunes, 22 de marzo de 2010

Los zombis de la revolución

Carolina Jaimes Branger // Los zombis de la revolución
22/03/2010

Esos zombis subordinan sus experiencias a los dictámenes del hechicero
La leyenda de los zombis es una de las más conocidas y explotadas de la literatura del terror. Los zombis son entidades físicas que se encuentran a mitad de camino entre la vida y la muerte, muertos reanimados o simplemente seres humanos sin mente que no tienen voluntad propia porque los controla un poderoso hechicero, dueño de sus pensamientos y sus sentimientos.

No se sabe a ciencia cierta el origen de los zombis. Los expertos aseguran que las primeras referencias a algo parecido aparecen hace 3.000 años en La Epopeya de Gilgamesh, cuando Ishtar amenaza con levantar a los muertos para que devoren a la gente, a menos que su padre le dé el toro del cielo.

En Las Mil y una Noches también hay cuentos de seres subyugados mentalmente, pero son los relatos folclóricos de Haití los que describen entes muy parecidos a los zombis como los que conocemos hoy en día, y que popularizó Hollywood en 1968 cuando George A. Romero produjo Night of the living dead (Noche de los muertos vivientes).

Que haya zombis en Hollywood no tiene nada de raro. Que aparezcan descritos en la literatura fantástica no me quita el sueño. Pero que en mi país haya personas que supediten sus recuerdos, su conciencia y su memoria sí me preocupa, me desconcierta, me subleva.

Hace unos días, mi hermano entró a un local comercial. La dependienta le preguntó si hacía calor afuera. "Sí, hace un calor terrible", le respondió mi hermano. "Claro, cómo no va a hacer calor si hace tres años que no llueve", dijo ella. "¿Tres años que no llueve? ¡El año pasado llovió! ¿Usted no estaba aquí?", le preguntó mi hermano. Ello dudó: "Bueno, sí estaba, pero es que a mí me explicaron que así como los gringos bombardearon Haití por debajo de la tierra para ocasionar el terremoto, de igual manera nos bombardearon las nubes a nosotros para que no lloviera".

Yo puedo entender que ella crea que los gringos son tan poderosos como para ocasionar terremotos y espantar nubes. Pero lo que no puedo, no quiero y me duele aceptar es que subordine su propia memoria para creer lo que no vivió. Una zombi, pues, cuya mente está dominada por un poderoso hechicero. Así, ella y sus compañeros zombis seguirán viendo sequía donde hubo lluvia, oscuridad donde hubo luz y bienestar donde no hay más que ruinas.

carolinajaimesbranger@gmail.com

lunes, 15 de marzo de 2010

Abyecto, perverso, vil

Carolina Jaimes Branger // Abyecto, perverso, vil
15/03/10

¿Es que la Venezuela que conocimos, que amamos y en la que creímos desapareció?
No he podido dormir bien desde que supe de la invasión a la finca-posada de la familia Quintero en Caruao. Porque lo que sucedió allí no fue una invasión cualquiera: fue la negación de toda decencia y de todos los sentimientos que honran la condición humana. Una aberración en todo sentido.

Los invasores no eran anónimos: eran "amigos de la casa", conocidos de toda la vida. Contertulios y copartícipes de celebraciones y festividades, que de la noche a la mañana se constituyeron en enemigos acérrimos y castigadores empedernidos de esa familia que sólo le ha hecho bien a la comunidad de Caruao. Según el relato de la nieta Arianna Arteaga Quintero, por la saña y la violencia mostradas, parecía que esas personas estuvieran vengando algún terrible agravio.

Ese agravio intolerable es el ser personas de bien y parecerlo. Ser propietarios de lo suyo y emplearlo con sentido de beneficio propio y colectivo. "Terratenientes", "oligarcas", "escuálidos". Ecos del mismo discurso de odio que desde hace más de once años nos han restregado en la cara día tras día. No hay noción de méritos, ni de trabajo honrado ni atisbo de respeto a lo que se ha producido y ganado con sudor, lágrimas y a veces hasta con sangre. El que piense distinto es culpable y hay que arrasar con todo. Y si se resisten, "les quemamos la casa con ustedes adentro".

Acabo de llegar de un seminario sobre cómo comunicar el Holocausto en el Yad Vashem de Jerusalem. Y me he preguntado no sé cuántas veces si quienes pensamos distinto al gobierno revolucionario corremos el mismo peligro y destino de 6 millones de judíos -que sólo por ser judíos- fueron asesinados en los campos de exterminio nazis, incluyendo un millón y medio de niños. Los judíos que intuyeron lo que estaba pasando, salieron. Pero la mayoría murió en las cámaras de gas. ¿Será el momento de hacer maletas? ¿Es que la Venezuela que conocimos, amamos y en la que creímos desapareció?

¿Y dónde están las autoridades? Leímos las declaraciones del gobernador de Vargas, general García Carneiro, diciendo que los Quintero "tendrían que negociar". ¿Negociar qué? ¡No hay que negociar lo que es propio! Me pregunto: si el invadido hubiera sido un chavista pesado ¿se estaría "negociando"?... Esto que vivimos es abyecto, perverso, vil. ¿Nos tocará vivir cosas peores?

carolinajaimesbranger@gmail.com

lunes, 8 de marzo de 2010

Vuelta a la prehistoria

Carolina Jaimes Branger // Vuelta a la prehistoria
08/03/10

"Lo peor es que con las "tesis" y procederes de Trucutú seguiremos en la prehistoria"
Cada vez con más frecuencia corroboro cuán ciertas son las palabras de mi amigo Ricardo Zuloaga: "aquí lo que tenemos es que copiarnos de quienes lo han hecho bien, pues cada vez que hemos inventado nos hemos fregado", en referencia al "o inventamos o erramos" de Simón Rodríguez. Por desgracia, aquí nos ha dado por seguir la conseja que no sirve, en vez de seguir las muchísimas que dio Don Simón y que, aplicadas sin complejos, nos hubieran catapultado al primer mundo.

Lo difícil es dejar el complejo de lado, sobre todo si se trata de copiar a un país desarrollado. Pareciera que no nos hemos dado cuenta de que los países que salen adelante es porque han aceptado colaboración y asesoría de quienes ya recorrieron un largo trecho de prueba y error.

En 1977 visité Egipto por primera vez. Encontré que Venezuela estaba mucho más adelantada. Hace tres semanas regresé y me quedé admirada de cuánto había progresado desde entonces, y de cómo prosigue su marcha hacia adelante. En Egipto más del 90% de su territorio es desierto, llueve cada 4 años y hay 80 millones de habitantes. Sin embargo, no falta ni la electricidad ni el agua. La represa de Aswan, construida por los soviéticos, garantiza agua y luz para todo el país y además exporta electricidad a Jordania, Arabia Saudita, al Líbano y pronto también a Irak.

Las autopistas son impresionantes. Las construcciones de nuevas vías se ven por todas partes. Las inversiones extranjeras recibidas con los brazos abiertos han dado trabajo a millones de egipcios, que hoy tienen un mejor nivel de vida.

Pero lo que más me llenó de admiración fue la seguridad. Egipto es uno de los países menos violentos del mundo, como una vez, hace tiempo, fue Venezuela. Los egipcios son amables y con un sentido religioso de la convivencia. Viven en paz ¡qué envidia!

En fin, mi viaje de regreso a Venezuela no sólo fue saltar el Mediterráneo y el Atlántico, sino un viaje a través del tiempo, de vuelta a la prehistoria& Lo que nos diferencia de aquellas épocas, básicamente, es tener agua corriente, fuerza eléctrica y leyes que reemplazan el garrote. Agua, luz y seguridad son nuestras primeras necesidades y no tenemos ni una sola de ellas. Y lo peor es que con las "tesis" y procederes de Trucutú seguiremos en la prehistoria.

carolinajaimesbranger@gmail.com

lunes, 1 de marzo de 2010

Os queremos muito

Carolina Jaimes Branger // Os queremos muito
01/03/10

"Venezuela le debe mucho a la inmigración gallega, ejemplo de trabajo y decencia"
Escribo este artículo desde uno de los sitios más bellos que he visto en mi vida: el estuario de la ría en Vigo, entre las islas Cíes y el Estrecho de Rande, en Galicia. Me asomo a la ventana de mi cuarto y veo un paisaje tan hermoso que me hace entender con absoluta precisión la morriña que sienten los gallegos cuando están lejos de su tierra. En la costa del frente se encuentra Bueu, un pequeño pueblo donde vivió Rómulo Gallegos durante el exilio.

Nuestros anfitriones son Francisco y Berta Rodríguez, gallegos venezolanos, o mejor dicho, venezolanos gallegos, dueños del hotel Pazo Los Escudos. No exagero al decir que es el mejor hotel en el que me he hospedado toda mi vida: una combinación de dos edificaciones, una que evoca los antiguos pazos medievales y otra un edificio ultramoderno, rodeada por una muralla que tiene tallados en piedra los escudos del antiguo Reino de Galicia; el hotel se ha convertido en uno de los iconos del lugar, pues es el único hotel de cinco estrellas en Vigo. Y el compartir con esos queridos amigos, paradigmas del inmigrante íntegro, trabajador y honrado que llegó desde Galicia a Venezuela a mirar otros horizontes, encontrar otras oportunidades y tejer otros sueños, es una bendición.

Pienso en lo mucho que los venezolanos le debemos a la inmigración gallega. Del ejemplo de trabajo duro y tesonero que han realizado y que tanta falta hace hoy en día, cuando los estándares se han trastocado tanto. De lo bien que se amalgamaron dentro de nuestra sociedad y de lo muy venezolanos que se sienten.

Las provincias de Galicia son Orense, Pontevedra, Lugo y La Coruña, pero en Venezuela tenemos una más: la Candelaria. En general, todo el sector de Parque Carabobo en Caracas.

"Quiero morirme en Venezuela" nos dijo Francisco, confesión que nos dejó absolutamente conmovidos. Que le quieran a uno la patria es como que le quieran a uno un hijo, algo que conmueve, algo que toca el corazón desde muy adentro, algo que se agradece.

Por eso aprovecho para decirle a los gallegos de mi patria, desde su bella patria, viendo su tierra, oliendo su mar, sintiendo el calor de su gente, gracias queridos galegos por seu amor por Venezuela, nos tamén os queremos muito.

carolinajaimesbranger@gmail.com