Lo malo de los muertos malos
Craso error el mío el haber mostrado a mi mamá los primeros capítulos de mi primer (y hasta ahora único) embrión de novela. Yo sabía que en mi familia los muertos dejan de ser malos en el instante en que se mueren, pero nunca imaginé que mi mamá tan comedida, tan prudente, tan equilibrada, pudiera reaccionar de manera tan poco comedida, imprudente y desequilibrada.
“¿Este es mi Tío Ramón?”... me preguntó blandiendo el fajo de hojas. De haber sido toda la vida “Ramón” a secas, ahora pasaba a ser “mi Tío Ramón”.
“¡Mi Tío Ramón no empezó a tomar a los doce años!” protestó airada.
“Bueno , mamá, ¿qué más da que haya empezado a los doce o a los quince?... es mi licencia de novelista”.
“Además, mi Tío Ramón ya está muerto… todo eso quedó atrás…”
¡Ajá! La muerte. La muerte que limpia todo lo sucio, que esconde todo lo vergonzoso, que perdona todo lo malo.
“Mejor escribes sobre otra cosa, Carolina”.
Y así ha sido… desde ese día, no he vuelto a tocar la novela… me cayó lo malo de los muertos malos.
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Hola Carolina;
ResponderBorrarEsto que usted cuenta, me sucedió justo este fin de semana, cuando llevé una muestra del libro que estoy por presentar. Mi madre puso el grito en el cielo y me dijo que esperaba que mis primas no lo leyeran, pues hago aparecer a su madre como una alcohólica. Le expliqué que el relato tal cual no tendría el menor interés, si no lo hubiese condimentado con algunos despropósitos que redondean la historia. No la convencí, pero con todo mi dolor, siento que es una historia lograda, y así me lo hizo saber mi editorial, así que si me acepta un consejo, pa' arriba y pa'lante y siga fiel a su historia, que al final las historias no son tal como fueron sino como las recordamos.
Un abrazo.
Ramiro Padilla
lago albano # 39 villa colonial
ensenada baja california mexico