domingo, 25 de julio de 2010

Lo exabrúptico, cotidiano

Grandes afiches por todo el país dicen que “en revolución” lo extraordinario se hace cotidiano. No es lo extraordinario, es lo exabrúptico:

La ruptura de relaciones con Colombia capea “por ahora” las serísimas denuncias que hizo el Embajador Hoyos en la OEA. El ministro El Aissami acusa de “irresponsable” al gobierno de Colombia por “arremeter” contra la dignidad de nuestro pueblo. Arremeter contra la dignidad de nuestro pueblo sería auspiciar, apoyar y colaborar con grupos terroristas. ¿Por qué no investigar si todo es un invento de la oligarquía colombiana en connivencia con la CIA y los “paracachitos”?

El 21/7/2010 leímos en El Nacional que “Jueza puso en libertad a detenidos por leche vencida”. En cambio, abrirán investigación a los funcionarios de Polilara que participaron en el decomiso del producto. El escándalo de Pdval pica y se extiende. Pero el gobierno ni investiga, ni persigue ni castiga a los culpables. La solidaridad para con los revolucionarios es automática.

Apareció otro testigo estrella, a quien despacharon directo y sin escalas para Cuba. Claro, el anterior testigo estrella habló tanto que su boca dijo cosas que desmintieron a sus ojos…

El presidente de la república se ha confesado marxista. Ha repetido hasta la saciedad que estamos en la construcción del “socialismo bolivariano”. Y el comunismo está basado en el principio marxista de la supresión de la sociedad capitalista para lograr el establecimiento de una sociedad socialista, el paso previo de una sociedad comunista. Pero cuando el Cardenal alerta que vamos hacia el comunismo, le caen a insultos que no quiero repetir.

En materia de comunicaciones, intervinieron un banco, ¡oh, casualidad! cuyo principal accionista lo es también del único canal de televisión con línea editorial opuesta al gobierno.

Están presos directivos de casas de bolsa, pero no investigan a los boliburgueses que han hecho milmillonarios negocios con los bonos emitidos por el gobierno.

“Desesperanza aprendida” la llama Teodoro Petkoff, para paralizarnos, para que no actuemos, para que no votemos.

Los seres humanos arrinconados no tienen otra opción que dar un último empujón. Y ése lo vamos a dar en septiembre con nuestros votos, para que lo exabrúptico deje de ser lo cotidiano.

lunes, 19 de julio de 2010

Éxito sin complejos

Hace dos domingos me sucedió algo que me conmovió tanto que quiero compartirlo con ustedes, mis lectores, como lo he hecho en privado con algunos amigos:

Fui al supermercado y cuando entré a la sección de legumbres y vegetales vi a un señor cortando y empaquetando auyamas: era Arlindo da Gama, uno de los dueños de la cadena Excelsior Gama. ¡Cuánta admiración sentí por él en particular y por todos los que han venido de otras latitudes a enriquecernos con su trabajo!

Me quedé un rato observándolo. Amablemente atendió y tuvo una sonrisa para todos quienes se le acercaron. Finalmente me le acerqué yo. Lo había conocido en una cata de vinos hacía un año, cuando nos presentó un amigo común:

“En nombre de mis hijas, muchas gracias por todo lo que ha hecho por el país”, le dije.  Le conté cómo él y sus jóvenes parientes habían sido un ejemplo para nosotros cuando éramos pequeños e íbamos con mi mamá al Abasto Excelsior que quedaba en Los Palos Grandes y ella siempre nos hacía notar que esos muchachos tan jóvenes ya estaban trabajando.

“Por favor, no se vaya a ir de Venezuela”, le dije. “¿Irnos?” me respondió… “¡Claro que no nos vamos a ir, si ahora es cuándo!”

Ese episodio me recordó un día que yo estaba hablando con Francisco Rodríguez en su oficina de Festejos MAR en La Florida, y él veía por la ventana a un muchacho que lavaba platos en una batea que había en el patio. “¡Ese muchacho no sabe lavar platos””, dijo. Se quitó el saco, se arremangó la camisa y fue a enseñarle personalmente cómo se debían lavar.

Era la misma actitud de Filippo Sindoni cuando recorría las instalaciones de Pastas Sindoni.

¡Cuánto nos queda por aprender de nuestra inmigración trabajadora! Una reforma constitucional debería ser permitirles ser presidentes de la república. Esos hombres y mujeres han construido parte importante de lo bueno que tenemos en Venezuela. Son personas que han trabajado -y siguen trabajando- sin complejos y con éxito,
 porque no sienten el trabajo como algo que denigra, ni como un castigo. Ver a Arlindo da Gama un domingo cortando y empaquetando auyamas -que no es otra cosa que seguir apostando por Venezuela desde lo más simple a lo más complejo- me llena de entusiasmo.

Para usted señor da Gama, este pequeño homenaje de respeto y admiración.

lunes, 12 de julio de 2010

¿En qué alma cabe esto?

A todos los venezolanos nos enseñaron desde chiquitos que la comida no se bota. Nos enseñaron que no se deja nada en el plato y que con la comida no se juega. 

Si en la calle nos piden dinero, no sabemos para qué o para quién va destinado. Pero si nos piden comida, siempre hacemos el esfuerzo de dar. 

Los venezolanos compartimos la comida con quienes están en nuestras casas a la hora de comer. Las veces que la naturaleza nos ha golpeado con furia, los venezolanos todos -en la medida de nuestras posibilidades- hemos enviado comida para los damnificados. 

Los venezolanos compartimos la comida, no la escatimamos. En todas los hogares hay historias que hablan de ese principio. Tenemos responsabilidad y generosidad para con la comida. Por todo esto es que indigna tanto el asunto de los containers. Se perdió comida. Hubo que incinerar comida. Hubo que botar comida. 

Mucha gente que hubiera podido comer, no comió. La comida que han podido hasta regalarles, se perdió. 

Y no es algo trivial como que "quedó un plato frío de anoche". Fueron millones ¡MILLONES! de platos que se perdieron. Y eso no nos cabe en la cabeza. 

Los venezolanos sabemos que esa comida no se perdió por causas de un desastre o por fuerza mayor: ¡se perdió por irresponsabilidad, por desidia y por soberbia de quienes se llenan la boca autoproclamándose favorecedores, amigos, aliados del pueblo! ¿Cómo serían, qué cosas distintas harían, en qué se diferenciarían si fueran sus enemigos? ¡Cuánta hipocresía, cuánta corrupción, cuánta caradura se necesita para salir ileso de una situación como ésta! Y eso nos oprime. 

Y oprime más el conocer que muchos lo sabían, y que, adrede, la dejaron perder. Ante este horror, lo primero que nos cruza por la mente es: "¡No! ésos no pueden ser venezolanos. Nosotros no le hacemos eso a nadie". Mi gente no le hace eso a su gente. 

Se rumora que, en efecto, hay extranjeros envueltos en el escándalo. Pero los responsables al más alto nivel tienen una cédula que comienza con una "V" seguida de un guión y sus mamás los arrullaron con el himno nacional. 

Entonces los venezolanos, desconcertados, nos preguntamos "¿en qué alma cabe esto?".Y tristes y desgarrados, nos preguntamos si podremos reconocer en lo sucesivo a esos irresponsables-responsables como nuestros compatriotas. 

domingo, 4 de julio de 2010

Friends forever

A pesar de la abierta, manifiesta y pugnaz antipatía del Presidente Chávez por los Estados Unidos, a pesar de sus insultos al Presidente Bush, a Condoleeza Rice y más recientemente al Presidente Obama, a pesar de haber culpado a los Estados Unidos de haber causado el terremoto en Haití, la mayoría de los venezolanos siente una enorme afinidad y simpatía por los Estados Unidos. 


No es poca cosa llamar “pendejo” en cadena nacional al presidente de otra nación. Ni siquiera monstruos como Hitler o Stalin llegaron a referirse así a sus más acérrimos enemigos políticos. “Cobarde”… “asesino”… “genocida”… “borracho”, han sido algunos de los epítetos usados por Chávez para descalificar a Bush. “Diablo”, lo llamó en la ONU. Y no es que a mí me guste Bush –la realidad, a mi modo de ver, es que fue un pésimo presidente- pero definitivamente no es un lenguaje de altura presidencial el que usa Chávez. 


Quizá lo que más enardezca al presidente Chávez es que por más que ha tratado de sembrar en el alma de los venezolanos los peores sentimientos en contra de los Estados Unidos, la inmensa mayoría de los venezolanos admira al coloso del norte y se identifica con su cultura. Las tendencias, forma de ser y moda de los americanos es seguida con fervor por los venezolanos de todos los estratos sociales. Nuestra sociedad se parece más a la sociedad norteamericana que a la de cualquier otro país fuera de Iberoamérica (y cuidado si más que a la de algunos países latinoamericanos). Y cuando a nuestro pueblo se le pone a escoger el modelo que desea para Venezuela, no es Cuba precisamente la victoriosa. Todos los niños venezolanos saben quién es -y quieren- a Mickey Mouse. 


En un par de semanas se marcha del país el Embajador Patrick Duddy. La misión de Duddy ha sido una de las más delicadas y conflictivas que embajador alguno haya tenido en nuestro país. La manejó con inteligencia, tino y muchísima paciencia. Cabe recordar que Chávez expulsó a Duddy del país en 2008, en solidaridad con Bolivia. Duddy regresó en junio de 2009 cuando Obama ganó la presidencia. La esposa del embajador, Mary Duddy, deja huella de una estupenda labor a favor de los más necesitados. Los Duddy sembraron amistades para siempre, como la de larga data entre Venezuela y los Estados Unidos. Friends forever.