lunes, 17 de mayo de 2010

Gilberto

La primera vez que Gilberto vino a Venezuela tenía dieciséis años. Apenas nos montamos en el carro para subir a Caracas me preguntó cuál era el límite de velocidad:

- En realidad, aquí no hay tal cosa como límite de velocidad – le respondí.

- ¿No hay? ¿Y cuál es la edad mínima para tomar licor?- preguntó de inmediato.

- Tampoco hay una edad mínima para tomar…

Arrobado, soltó un “¡yesss!” acompañado de una seña de triunfo.

Cuando ya había cumplido dieciocho años regresó. Al día siguiente de haber llegado me pidió que lo llevara a comprarse un zarcillo.

- Mi mamá sabe… mi papá no, no le gusta – me dijo.

Ya para entonces manejaba y no había cosa que le gustara más que pasar en rojo un semáforo cercano a mi casa que nadie respetaba. Eso le producía un placer orgásmico. Pasaba el día entero subiendo y bajando. Se ofrecía de voluntario para hacer cualquier diligencia. Y si la luz estaba verde, esperaba que se pusiera roja para entonces pasar.

- ¿Sabes cuántas veces pasé hoy el semáforo en rojo?- me decía.

- ¿Cuántas?

- Doooce – y cerraba los ojos mientras arrastraba la cifra.

Cuando lo llevé al aeropuerto al fin de las vacaciones le advertí que se quitara el zarcillo. Me aseguró que se lo quitaría tan pronto estuviera “de vuelta a la vida real”, que no era otra cosa que pisar suelo estadounidense. Me abrazó y juró volver muy, muy pronto.

- Siempre supe que había nacido en el lugar equivocado- fue su despedida.

Y yo me quedé pensando cuál era el “lugar equivocado”.

2 comentarios:

  1. Rubén E. Rodríguez M.22 de mayo de 2010, 3:42 p. m.

    Creo que me sucedió lo mismo que a usted, doña Carolina, al leer esta “escena”. Me pregunté cuál era “ese lugar equivocado”… Y me pregunto ahora, bajo las condiciones actuales del país, ¿dónde se es libre o dónde se puede hacer lo que nos venga en gana? En realidad son diferentes los términos encerrados en esta pregunta… Hay una diferencia sutil a primera vista, pero la hay y es menos sutil de lo que parece… Por lo demás, no me extraña la incapacidad de un joven para tomar en cuenta estos pequeños “detalles”… sin ánimo de crítica, por supuesto, porque todos alguna vez fuimos jóvenes y participamos de esa actitud crítica ante el “stablishment”; actitud que es una verdadera bendición si se sabe llevar con consciencia y es toda una pesadilla si se aborda con superficialidad… El punto es, doña Carolina, que la “escena” a la cual hago referencia me trajo a colación una historia escuchada hace muchos años de parte de uno de esos seres privilegiados que fueron mis Maestros en el Arte de la Programación de Computadores. Fueron Maestros (así, en mayúscula) porque su enseñanza trascendió el puro aspecto técnico para dar lugar a una forma pragmática y a la vez idealista de ver la vida. La historia es la siguiente: Había un “gringo” llamado Abelardo, quien trabajó en la subsidiaria venezolana de una importante compañía transnacional de computación. Hablaba muy bien el español; según me contaron y tuve la oportunidad de constatar cuando lo conocí años después, durante un viaje que hice a los Estados Unidos. Una vez fue a un autolavado aquí en Caracas y se coleó, para disgusto de quienes habían llegado primero. Varias personas vinieron muy airadas a reclamarle y él exclamó, con un fuerte acento que no tenía, “¡no hablo español!”. Estaba bastante “tropicalizado” este “gringo”… Gracias por compartir sus historias… porque nos hace recordar las nuestras.

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  2. Placer y gusto saludarle a traves de su Blog..Hey y me parece GENIAL!!
    Bien, al leer esta historia con su amigo.. y revisar la historia de Ruben, quien tambien reseña la de su conocido "gringo"..

    Puedo disfrutar este tipo de conductas en las cuales los "no venezolanos".. y si muy amigos extranjeros "sienten" cierto placer en no hacer las cosas con rectitud!! Ortodoxa quizas que deben cumplir en su pais de origen..

    Mi historia un amigo de europa, le digo estas "venezolanizado"!! y me permito decirle, puedes faltar a una reunion o llegar tarde y tan solo decir se me paso o me olvide.. o cuando decimos mas tarde voy y posiblemente es: no creo que regrese..
    En particular mi amigo es muy correcto con el tratamiento del tiempo y le disgusta o expresa su desacuerdo cuando acuerda una hora para hacer alguna actividad y ocurre que no se cumple segun lo pautado..
    Puede ser esto parte de los venezolanos algo descuidados con el respeto al tiempo de nuestros congeneres..
    Reciba un afectuoso abrazo, le escribo mientras escucho su excelente programa en Exitos99 (via WEB) del sab,20ago2010 - Carolina Jaimes Branger

    cmejiasca@hotmail.com
    Desde Maracay

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