lunes, 20 de septiembre de 2010

¡Ya basta!

Yo siempre he votado. Y en estas elecciones votaré con mayor convicción democrática que nunca. Aunque la minoría del país elegirá la mayoría de los diputados (necesito que alguien me explique cómo si estamos en democracia, veinte mil personas eligen un diputado en Amazonas, mientras que cuatrocientas mil eligen un diputado en Zulia), entiendo la importancia de estas elecciones, no sólo por la pluralidad deseada y necesaria en una asamblea nacional, sino por el carácter plebiscitario que tienen. El candidato del chavismo es Chávez. Más nadie.

Aunque la oposición saque –como estoy segura de que sacará- la mayoría del voto nacional, el chavismo podría obtener la mayoría por la forma como se rediseñaron los circuitos electorales. Pero esa misma maniobra podría torcérseles si todos vamos a votar sin miedo.

En fin, la mayoría que obtendrán los partidos opositores hablará por sí misma: le dirá a Chávez que el sistema que quiere implantar ni en la misma “isla de la felicidad” ha funcionado. Que no queremos odios, divisiones, manipulaciones, mentiras, trampas. Que las decenas de miles de muertos de estos casi doce años son cifras de partes de guerra que queremos erradicar de una vez y para siempre de este país. Que queremos un presidente que gobierne para todos, no uno que encima de que se cree el emperador, no ve adversarios políticos sino enemigos a quienes exterminar.

Esa mayoría le dirá a Chávez que cree en la propiedad privada. Que es verdad que “lo que es de todos no es de nadie”. Que su fulano socialismo lo que ha hecho es destruir. ¡Qué ironía ver los “corazoncitos” que ahora pululan en todos los afiches del gobierno, que dicen “hecho en socialismo”, cuando lo que deberían es decir “expropiado en socialismo”, “destruido por el socialismo”, “mediocrizado por el socialismo”!

Esa mayoría dirá a gritos que estamos hartos de las solidaridades incondicionales, de la corrupción sin castigo, de los exabruptos legales que intentan maquillar las decisiones inconstitucionales e ilegales, de las cadenas diarias e interminables, de la habladora de tonterías, de las descalificaciones, insultos…


Chávez ha podido pasar a la historia como Mandela. Pero optó por el camino del odio, de la confrontación ciega, de la división. El próximo domingo hay que decirle ¡ya basta!

Vaya a votar.

5 comentarios:

  1. Como siempre, un saludo muy cordial, doña Carolina. También he votado siempre y, como usted, ahora lo haré con mayor convicción porque cada vez más se demuestra lo que hace más de once años vislumbré si este señor tomaba el poder. ¿Qué se podía esperar de un resentido social? Sólo la eclosión del resentimiento social y no precisamente de una justicia para todos. No me cansaré de repetir que con la excusa de un “socialismo” se han impuesto las horas más negras vividas por el ser humano. Tampoco me cansaré de repetir que el amor no se dice, se demuestra. ¡Qué tan poco amor ha demostrado este régimen para con el pueblo de Venezuela! ¡Tronco de amor, caracha! Si esto es amor, ¿cómo será el odio? Sinceramente votar a favor de este régimen es una suerte de suicidio como país. ¿Cómo se puede votar a favor de gente así? Gente que abre la boca para insultar, descalificar, mentir con una desfachatez rayana en la burla, causar desasosiego. ¿Votar a favor de personas a quienes no les importó en lo más mínimo que inmensas cantidades de comida se perdieran? ¿Votar por una persona que le importa más el armamentismo que el desarrollo económico y social de su país? ¿Votar por una persona cuyos amigos son lo peorcito que se puede hallar en el mundo? ¿Votar por una persona que regala a diestra y siniestra los recursos del país mientras aquí pasamos indecibles dificultades? ¿Votar por una persona que representa el gobierno más corrupto y retrógrado que se recuerde en la Venezuela moderna? Y esto no es teoría ni un aserto infundado. No continúo haciéndome preguntas de este tipo porque llegaría el próximo domingo y todavía estuviera escribiéndolas. Si el Inquilino de Miraflores echara una mirada a los lados y olvidara su enfermiza egolatría, pudiera darse cuenta del balance negativo de su gestión de gobierno. Si fuera una persona íntegra, pusiera a disposición su cargo y convocara una elección presidencial. ¡Cuántas veces se ha jactado de su “supuesta” moral! ¡Qué moral y qué ocho cuartos! Es un vulgar dictador con un disfraz de demócrata que no le queda. Si no ha radicalizado su dictadura es porque se da cuenta de que hacerlo sería su fin inmediato. No es tonto, pero tampoco es listo. Si fuera listo, su actuación hubiese sido otra: profundizar la democracia porque el mejor acicate para todos es, en paz y en libertad, ejercer cada quien su función. No es tonto, pero tampoco es listo. Es la mediocridad personificada. ¿Vamos a aceptar un presidente mediocre? ¡No quiero el comunismo en Venezuela porque amo a mi país! Por esto y muchas cosas más votaré el próximo 26. Que tenga usted una excelente semana, doña Carolina. Nos vemos el 26.

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  2. Estimada Sra. Jaimes:
    Soy Juan Carlos Quijano desde Madrid. Quiero decirle que estoy muy de acuerdo con Vd. en cuanto a la oportunidad que tiene el pueblo venezolano el domingo 26 de cambiar las cosas; para ello veo necesaria una participación masiva, porque dadas las circunstancias la abstención beneficia al chavismo. Está Vd. en lo cierto en cuanto a la distribución electoral: es un dislate que unas zonas puedan elegir un diputado con pocos votos mientras que otras necesiten muchísimos para lo mismo; imagino que en Venezuela adoptan, seguramente con importantes matices, el sistema D'hont que tenemos la mayoría de los países europeos, que consiste básicamente en proteger la proporcionalidad de las zonas con baja densidad de población. Sea como fuere, como le decía al principio, esa discriminación "positiva" puede contrarrestarse con una importante participación, y eso se da cuando las zonas densamente pobladas votan de forma masiva. Así que estoy de acuerdo: el domingo, ¡todos a votar!.
    Lo importante es que, independientemente del resultado, la oposición pueda obtener una buena representación en la Asamblea: si se consigue la mayoría, perfecto, y si no, que pueda disponer de una cantidad de diputados que permita realizar una oposición real, seria, eficiente y efectiva. Otra cuestión sería que, debido a la polarización existente en el país, el grupo parlamentario que apoye a Chávez, y el mandatario mismo no admitieran o peor aún, rechazaran de forma violenta la actividad parlamentaria del grupo opositor y el electorado que le apoya, pero vamos a desear por el bien de Venezuela no pensar siquiera en ello.
    Lo más importante de todo es que el pueblo venezolano intente desde el mismo domingo 26 hacer un ejercicio de madurez social y política: respetar las opiniones e ideas de los demás, emprender el camino de la solidaridad en aras de restablecer la concordia tan necesaria en un país lamentablemente tan dividido; es un camino arduo, sinuoso, pero hay que empezarlo, y cuanto antes, mejor. Ya lo decía nuestro eximio poeta de la generación de 1898, Don Antonio Machado:
    Caminante, no hay camino,
    se hace camino al andar;
    al andar se hace el camino,
    y al volver la vista atrás
    se ve la senda que nunca
    se ha de volver a pisar.
    ¡Caminante, no hay camino,
    sino estelas en la mar!.
    Deseo para Venezuela que haga camino al andar, que Dios la bendiga para que muy pronto pueda encontrar la solución a todos sus problemas.
    Desde España expresamos nuestro afecto al pueblo hermano de Venezuela y para Vd., Sra. Jaimes, mi sincera consideración.
    Juan Carlos Quijano
    Boadilla del Monte. Madrid.

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  3. Carolina, valiente, desde España, sigo siempre tus escritos. Te admiro. Un abrazote.
    susana rodríguez de aranaz, la hija de Maria Angeles

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  4. Susana, querida!!!! Gracias por escribirme. Siempre me acuerdo de tu mamá con muchísimo afecto.
    Mi correo es carolinajaimesbranger@gmail.com, mándame tus señas. Estuve en España en marzo, me hubiera encantado verte.
    Besos!!!

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  5. A Don Rubén Rodríguez, mil gracias por sus interesantes comentarios. Y a Don Juan Carlos Quijano, mi mayor consideración. En efecto, se hace camino al andar.

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